miércoles, 14 de enero de 2015

Charlie don't surf






Lunes 12 de enero de 2015


Las opiniones no dejan jamás de moverse en el terreno que hay entre la ignorancia y la sabiduría, según Platón. Pueden despeñarse (y habitualmente lo hacen) por las cimas de la primera y no suelen llegar ni a ver de lejos los amenos prados de la segunda. Como estoy hasta las narices de las de los demás, a continuación va la mía sobre la masacre de París el miércoles pasado en el Charlie Hebdo.



He visto estos últimos días lápices decapitados, parlanchines, llorones, sangrantes, truncados, doblados, floridos, agujereados, en forma de escuadra y cartabón, de terrorista y de Torre Eiffel o de Kalashnikov. Me resultaría sencillísimo pintar un lápiz. Está chupado. He pintado muchos. PERO NO HAN MATADO GENTE POR DIBUJAR LÁPICES, LOS HAN MATADO POR DIBUJAR A MAHOMA. Que yo sepa los límites de la libertad de expresión sobre el tema religioso no están en lo simpático o solidario que sea el lapicero que se haga (siempre hemos podido hacer lápices sin ningún problema, te los publican todos) sino que en Francia u Holanda o Alemania (todo este disparate empezó en Dinamarca) hay chalados que cuando dibujas una viñeta que les ofende no te contestan con otra (que sería lo lógico) sino que te pegan un tiro en la cabeza.

Yo soy Charlie ahora, era Charlie antes e incluso era Charlie cuando se llamaban Hara Kiri y tuvieron que cerrar porque no los leía ni dios (nunca mejor dicho). También fui El Papus cuando les mandaron un paquete bomba y El Jueves cuando les secuestraron un número. No haría falta ni decirlo: estoy en contra de la violencia y de los violentos y de las religiones organizadas y de los totalitarismos y de la censura. Como ellos. Y hasta hago dibujos ‘ofensivos’ (que a veces me sacan y a veces no). Como ellos también. Porque DEBE haber alguien que no quiera que salga publicado lo que haces. Como decía Orwell: es la única prueba de que estás haciendo periodismo y no relaciones públicas.

Aquí en España un bonito recuerdo de las leyes contra la blasfemia, el artículo 525 del Código Penal español, sigue asomando su calaverón de vez en cuando. El único homenaje a los dibujantes asesinados por reírse del Corán, a los judíos asesinados por ser judíos y a los policías muertos por intentar defenderlos que aceptaría por parte de tanto hipócrita… sería que cambiaran (por lo menos) ese artículo de una puta vez.

















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