Sábado 18 de mayo 2024 Unas indómitas monjas clarisas de Burgos alumbraron el concepto de vender su —enorme— cenobio y quedarse con el dinero. Con todo. Recordemos que las operaciones económicas de la Iglesia son transparentes: recibe líquido que no declara, posee los bienes, los administra, no paga impuestos y, a cambio (?) recibe más dinero del Estado. Como la Santa Sede no las deja —qué curioso— pues buscaron un misterioso mediador que les adelantó el capital y se pusieron bajo la advocación de un falso obispo de anchas caderas aficionado al lujo y al trapicheo. Geniales ideas todas. Dicen que las ventas de sus dulces se ha disparado. No me extraña. Yo también quiero de lo que toman. Bueno, esto viene a confirmar que lo único que les interesa a todas las sedes, santas o no, es la pasta. Y que todas las monjas llevan gafas. |