martes, 2 de octubre de 2012

Octubre I

Sobre la apariencia y la ocultación. Sobre escenarios y disfraces. Sobre lo presente y lo huido. Sobre lo contado y lo percibido. Con esta foto podría seguir divagando tres semanas. Hasta componer un libro. Como los filósofos franceses contemporáneos.




Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.
Principio del método de contagio.
Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma no individualizada.
Principio de la transposición.
Atribuir al adversario los propios errores o defectos, respondiendo al ataque con el ataque. Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan.
Principio de la exageración y desfiguración.
Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.
Principio de la vulgarización.
Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.
Principio de orquestación.
La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad.
Principio de renovación.
Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que cuando el adversario responda el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.
Principio de la verosimilitud.
Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias.
Principio de la silenciación.
Acallar sobre las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.
Principio de la transfusión.
Por regla general la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales; se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.
Principio de la unanimidad.
Llegar a convencer a mucha gente de que piensa como todo el mundo, creando impresión de unanimidad.




Esto circula como una destilación de las diecinueve reglas de la propaganda de Goebbels según el experto en psicología política y de control de masas, el Dr. Leonard W. Doob. ¿Les suenan? Mucho. ¿A que sí? Quizá es un poco burdo pero los finos analistas (¡oh!) hemos sido centrifugados concienzudamente de los medios a favor de los chistes de orinal.
Quizá sería divertido hacer tablas con el texto poniendo unos leds por detrás y colgarlos en los bares para cuando echan los telediarios. Que se iluminara el principio al que hace referencia la noticia. Con sonido.
Claro que si sonara un cling cada vez que se utiliza uno de estos puntos para vender alguna idea no se oiría nada más.